Wednesday, August 10, 2016

Medición del concepto de “bienestar”

El Ministerio de Planificación elaboró en 2015 el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) con un enfoque en el desarrollo humano y el vivir bien. El PDES fue lanzado oficialmente en 2016 y sus principales líneas estratégicas están dirigidas a la transformación de Bolivia al concepto del “vivir bien”, que implica criterios tales como la satisfacción con la vida y/o la calidad de vida en un sentido amplio. Aunque el concepto se convirtió en una parte estratégica de la agenda de política y pública, hasta el momento no se hicieron intentos para medirlo, menos aún a nivel municipal.

Hay considerable evidencia sobre la medición del bienestar en la literatura y muchos de los estudios se centran en métodos subjetivos y objetivos. Según J. Seligson, el bienestar subjetivo se discute comúnmente en términos de felicidad, calidad de vida y satisfacción con la vida. Para las medidas subjetivas se menciona que las relaciones personales son el factor que más contribuye al bienestar, seguidas por el trabajo, las actividades de ocio y las interacciones interpersonales, según A. Nieboer.

Los criterios subjetivos por lo general se muestran como información cualitativa, mientras que los objetivos se exponen como información cuantitativa, incluyendo la medición del PIB, PIB per cápita y los indicadores sociales (por ejemplo, la tasa neta de matrícula en la enseñanza primaria, la mortalidad infantil, la esperanza de vida, las tasas de pobreza y otros).

En 2014 se realizó un estudio que pretende aportar a una aproximación de la medida con el concepto de “desarrollo y progreso”, traducido y bajo el supuesto de que el bienestar es un enfoque adecuado y aproximado para medir el “vivir bien”, utilizando información obtenida antes (2000-2005) y durante (2006-2010) el primer período de gobierno del presidente Evo Morales.

La base de datos utilizada contiene variables a nivel subnacional (327 municipios) 1992-2011, clasificada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) elaborados por UDAPE del Ministerio de Planificación de Bolivia. UDAPE utiliza esta información con el fin de realizar un seguimiento del progreso de los ODM en el país.

El análisis incluye la construcción de un índice multidimensional que calcula 'distancias' (distancia P2), teniendo en cuenta los peores valores de un conjunto de indicadores tomados como referencia, entre los municipios (unidad de análisis), sus valores agregados a través del tiempo (de 2000 a 2011) y dimensiones (materiales, sociales y humanos). También la comparación entre los municipios y cambios en el tiempo de ellos en función a sus valores de bienestar. En general, los municipios con valores más bajos de bienestar se concentran en el departamento de Oruro; además, si se incluye el análisis temporal esos municipios se mantienen con las posiciones más bajas. En líneas generales, el bienestar de los bolivianos disminuyó a niveles subnacionales a través del tiempo entre 2000 y 2011.

Marco Teórico: Dominios
No hay un acuerdo formal sobre la conformación de los dominios, menos sobre los indicadores que deben incorporarse en el análisis de bienestar. Sarah White propone para la medición del bienestar tres dimensiones: el material (activos, bienestar y calidad de vida); el social (relaciones sociales, el acceso a los bienes públicos, actitudes frente a la vida y las relaciones personales); y humano (percepción de sus posesiones —materiales, sociales y humanas—, los valores culturales, las ideologías y las creencias de las personas). El último enfoque de White es el que se utiliza para este estudio.

Según esta autora, las tres dimensiones están asociadas entre ellas y ninguna puede existir sin las otras; por tanto, es importante no olvidar su unidad en el análisis y la medición del bienestar. Por otro lado, para cualquier elemento dentro del bienestar de las personas, potencialmente hay tres aspectos a tomar en cuenta: lo que las personas tienen o no tienen (material), lo que se hace o no pueden hacer con ella (social), y lo que la gente piensa o siente (humana). También aboga por un elemento subjetivo para cada una de las dimensiones; sin embargo, dada la falta de datos en Bolivia para las variables subjetivas, estas no se consideran en el presente estudio.

Algunas consideraciones relacionadas con la información y datos utilizados en el estudio son importantes. En primer lugar, al momento de seleccionar los indicadores de la dimensión social el criterio principal era tener una infraestructura o un lugar común donde las personas pueden interactuar entre sí. Además, para la dimensión material se utiliza el número de personal de salud en los centros, hospitales, escuelas, colegios e institutos como la disponibilidad de los servicios en los municipios. En segundo lugar, la clasificación de los indicadores es indicativa, en el sentido de que otro puede aplicar; sin embargo, dada la falta de información a nivel municipal se utilizan estas dimensiones e indicadores para el análisis.
Según los resultados presentados en el mapa grande, existen municipios con niveles muy bajos de bienestar; en particular, los de Oruro presentan los valores más reducidos. Los municipios capitales de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba son los que mayores valores de bienestar poseen, según las tablas de color verde, y los de Cruz de Machacamarca, Yunguyo de Litoral, Esmeralda y Todos Santos, entre otros, los que tienen menores niveles de bienestar.

La mayoría de los municipios sufrió un cambio negativo en sus valores de bienestar y sus niveles de inversión social per cápita entre 2002 y 2007 (Mapa pequeño). Solo 21 (6% del total de municipios) tienen un cambio positivo en los valores de bienestar. El municipio más notable es Caraparí, habiendo aumentado su valor en 53%. La inversión social allí es digna de mencionar, ya que es la más alta en promedio en dicho quinquenio. Otros, como Ingavi y Nacebe (Santa Rosa del Abuna), también registran importantes cambios en sus valores de bienestar, pese a que no existen incrementos en sus niveles de inversión social entre esos años. Por el contrario, los esfuerzos encaminados en Acasio y Arampampa, llegando a unos 100 dólares per cápita, no son suficientes para observar un aumento positivo en sus valores de bienestar.

De la evidencia a las políticas
Los resultados de este estudio proporcionarán insumos para lineamientos de políticas públicas con el fin de identificar qué dimensiones (por ejemplo material, social, humano) y/o sectores (por ejemplo salud, educación) necesitan más atención. Teniendo en cuenta que la información a nivel subnacional es muy escasa, los resultados brindan una aproximación al bienestar y “vivir bien” desde una perspectiva cuantitativa, centrándose en niveles bajos de bienestar en regiones (ciudades y municipios).

A pesar de que no existe evidencia suficiente sobre la medición del bienestar es muy importante tener en cuenta estas medidas en el futuro inmediato, ya que las mediciones globales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen enfoques multidimensionales (por ejemplo, los niños que viven en condiciones de pobreza multidimensional), como también mediciones que incluyen el bienestar (p.e., porcentaje de niños menores de cinco años que están con progresos en materia de salud, el aprendizaje y el bienestar psicosocial). Finalmente, en Bolivia hay un camino claro a seguir en el sentido del desarrollo humano y el “vivir bien” o bienestar, claramente plasmado en los Planes Territoriales de Desarrollo Integral (PTDI) y enmarcados en el PDES y la Agenda Patriótica en un largo plazo hasta 2025.

Planes nacional y subnacional
Existen procesos de diseño de los planes de desarrollo (PTDI) que deben ser alineados con las directrices del PDES. Hay importantes retos para el país. En primer lugar, no existen datos para los temas claves para el desarrollo humano y el bienestar; por ejemplo, acerca de la violencia en las escuelas u hogares, el desarrollo de la primera infancia, el bienestar per se, el trabajo infantil, la eficacia y la eficiencia en el uso de la inversión social, las mediciones formales de pobreza multidimensional, entre otros.

Segundo, la desagregación no es suficiente. Los datos por quintil de ingresos, lugar de residencia, nivel de educación, grupos etarios, son escasos; este último es aún peor en los niveles subnacionales. Tercero, asociado a este último la calidad de los datos, es un tema en el que el Gobierno debe hacer hincapié. Cuarto, no hay información suficiente que permita llevar a cabo el análisis longitudinal limitante para arrojar luz sobre los posibles beneficios, tales como la inversión en el desarrollo de la primera infancia. Quinto, a pesar de que existe un marco legal que permite generar datos a nivel subnacional, la capacidad instalada y las habilidades y conocimientos son muy limitados.

Si el Estado considera los puntos antes mencionados y diseña mecanismos formales para controlar, supervisar, monitorear y evaluar su PDES en todos los niveles, puede ser un buen comienzo para rendir cuentas de los resultados esperados en 2025.

* El documento puede descargarse de www.internationaljournalofwellbeing.org/index.php/ijow/article/view/363

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