Sunday, December 30, 2018

Héctor Hinojosa: ‘Hemos perdido el miedo’, dicen después de los cursos



Podrá uno no estar de acuerdo con lo que se publique, pero si hay algo que siempre es de celebrar es la formación de bibliotecas. Es el caso de la llamada Biblioteca Laboral que desde 2015 lleva adelante el Ministerio de Trabajo. Hasta el cierre de esta edición, al menos 62 títulos publicados, todos con el estricto rótulo de “Prohibida su venta”. “Libros de bolsillo”, que incluyen desde tesis políticas de organizaciones sociales afines al Gobierno hasta clásicos del pensamiento socialista o progresista del mundo, como los célebres 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui, 10 días que estremecieron al mundo de John Reed o El Estado y la revolución de Lenin, pasando por reediciones de ya inexistentes libros, como Medio siglo de luchas sindicales revolucionarias en Bolivia de Agustín Barcelli o El retorno del Inca Rey de Mercedes López Baralt. ¿Por qué esta profusión de textos? Y es que la otra cara de la moneda, el complemento de los libros, son las llamadas Escuelas de Formación Político-Sindical, que desde hace al menos tres años organiza el Ministerio de Trabajo, refiere su titular Héctor Hinojosa.

— ¿Cuánta gente pasó por las escuelas?


— En las competencias del ministerio de Trabajo, buscamos difundir los derechos laborales y sindicales, fortalecer al movimiento cooperativo y difundir los valores de la Constitución. Esto lo concretamos, tanto en la formación de Escuelas de Formación Político-Sindical como en la realización de talleres a solicitud de los trabajadores. Lo más relevante es que este año hemos sistematizado el funcionamiento de las escuelas, 18 en los nueve departamentos; un total de más de 165 organizaciones sindicales, 65 sociales y 38 instituciones públicas. Han sido 2.347 participantes en las escuelas.

— ¿Qué tipo de trabajador asiste a las escuelas?


— 1.995 son trabajadores de sindicatos, de empresas consolidadas, organizadas; 110 son de cooperativas, y 242 más o menos son servidores públicos; de este porcentaje, el 60% son varones, y el 40%, mujeres. No hemos establecido el rango de edades, pero por la participación directa en los eventos, una mayoría son jóvenes, que no pasan de los 35 años. Se trata de una nueva generación de trabajadores. Hemos tenido 70 expositores: exdirigentes sindicales, intelectuales, investigadores, analistas; también han estado ministros, viceministros. Ha sido una metodología participativa, los propios trabajadores han hecho teatro, han podido elaborar prensa obrera; han realizado análisis de documentales, de cine; han hecho dinámica de grupos, donde se ha debatido distintas temáticas.

— ¿Mujeres trabajadoras?


— La participación de las mujeres en relación a años anteriores es mucho mayor, debido también a que ha cambiado la estructura orgánica del mundo laboral. Donde antes no se podía encontrar, por ejemplo, en el sector minero hay mujeres trabajadoras, que entran a la mina; tenemos un gran porcentaje de compañeras trabajadoras en el sector de la construcción. El número es bastante elevado, de manera general, 60-40, pero una experiencia grata ha sido la presencia del sector cooperativo; hubo un grupo de mujeres cooperativistas mineras que han dado el ejemplo de puntualidad: han empezado 70, han acabado 70; ellas han pagado su pasaje, alojamiento para asistir a los cursos; el entusiasmo con que participaron ha sido bastante agradable y, además, digno de destacar. Entonces, la participación de las mujeres ha sido importante, y de los jóvenes; hubo elemento bastante joven, que por primera vez ha tenido su experiencia de formación de liderazgo; muchos de ellos resumen de este modo su experiencia: ‘hemos perdido el miedo’, ahora conocemos nuestros derechos y podemos opinar.

— ¿Y trabajadores campesinos o indígenas?

— El tipo de participantes es variado. Por ejemplo, en la Escuela de Tupiza ha sido exclusivamente de trabajadores mineros, 27 sindicatos; en cambio, tenemos un grupo en Cochabamba que ha sido exclusivamente de trabajadores campesinos e indígenas; aunque, en la mayoría de los casos hemos tenido fabriles, constructores, maestros, asalariados agrícolas, jóvenes universitarios, trabajadores en salud, trabajadores vinculados a la cosecha de la castaña.

— ¿Y trabajadores no asalariados, asisten?

— Sí, hay sectores que son tradicionales, pero que no tienen relación obrero-patronal; el caso de los gremiales, artesanos, que participan con bastante entusiasmo en los eventos. Yo no diría que copian, sino que emulan lo que pasa en el sector asalariado, para que esos principios orgánicos sean trasladados a su sector; hay un intercambio importante de experiencias. Lo que hay que decir es que la participación masiva de sectores muestra la necesidad de recuperar la memoria histórica del movimiento obrero.

— Son difíciles de conseguir, por su producción limitada y exclusiva. Pero es bien interesante la Biblioteca Laboral.

— La Biblioteca Laboral se publica desde 2015. Estos libros son parte del material que se desarrolla en los talleres; material de lectura y de análisis; hasta ahora hemos publicado 62 libros, algunos de ellos con investigaciones propias de los trabajadores y que son libros inéditos; por ejemplo, es el caso de la Historia del movimiento fabril, que se hizo en base a una investigación hecha por el compañero Oporto con los propios trabajadores. También tenemos libros como del compañero Juan Carlos Pinto, que es un análisis crítico del proceso de cambio, también inédito. Y están en preparación otro tipo de libros, que tienen esta misma naturaleza, de investigación o resultado de la participación de los trabajadores. La Biblioteca Laboral es un mecanismo importante para generar la autoformación, porque finalmente el proceso de formación política si no viene acompañado de la autoformación, se frustra; entonces, los libros tienen que ayudar precisamente a ese proceso de autoformación.

— ¿Leen los trabajadores?

— Los trabajadores leen, bastante; ven con ansiedad los libros, los leen y comentan; fuera del criterio común de que en esta época ya no se lee. Nosotros hemos visto que los trabajadores siguen teniendo el hábito de la lectura, por una necesidad, la de interpretar su realidad.

— ¿Cómo van a seguir las es-cuelas?

— En las competencias del ministerio está promocionar liderazgos, fortalecer a las organizaciones sindicales, promover los derechos laborales; al año vamos a continuar con este proceso de formación, que además ha sido muy bien recibido. Más de 200 organizaciones. La otra columna son los talleres, de un día o día y medio a petición de los trabajadores, con temáticas específicas: principios del movimiento cooperativo, salud ocupacional, derechos fundamentales. Han sido numerosos talleres; hasta octubre hemos llegado a 50.000 trabajadores, solo este año.

— ¿Las organizaciones sindicales replican esta experiencia?

— Lo ideal es que esto lo asuman las propias organizaciones; felizmente así lo están haciendo. Por ejemplo, la Federación de Trabajadores Petroleros tiene su propia escuela; los de la Confederación de Trabajadores Fabriles tiene también un equipo de formación sindical; lo mismo los trabajadores de Luz y Fuerza. La propia Federación de Mineros también tiene no solo cursos, sino un Instituto de Investigación Sindical.

— También hay producción intelectual entre las organizaciones...

— Hay libros que escriben ellos. La Central Obrera Departamental ha publicado su informe para el congreso en un libro; y muchos de los libros que hemos publicado provienen de los propios trabajadores.

Héctor Hinojosa Rodríguez. Cada escuela cumple cinco módulos. Uno, la historia del movimiento obrero; dos, la historia nacional; tres, los derechos laborales y sindicales; cuatro, el actual proceso de cambio; y, cinco, política y situación de los trabajadores a nivel internacional

Datos

Nombre: Héctor Hinojosa Rodríguez

Profesión: Profesor, licenciatura en Educación.

Ocupación: Ministro de Trabajo, Empleo y Previsión Social.

Perfil

Fue dirigente de la Central Obrera Boliviana y viceministro de Empleo, Servicio Civil y Cooperativas, Empleo y Previsión Social. Es ministro desde el 23 de enero de 2017.

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